Nací bajo la oscuridad de una poco auspicia luna negra, fruto de una unión de dos seres maldecidos.
Oscuras las mujeres que dominan el arte de las cenizas, sentencian con la señal de la cruz y siembran en las sienes palabras de malos augurios
Insultos ataron mis pies y mis manos como fuertes cadenas, me acusaron de deshonor, violencia económica, daños a terceros, maltrato deliberado y mil cosas más. Palabras que hacían eco en mi mente y no me dejaban escuchar el canto de los pájaros. Me encogí y abracé mis rodillas y así llamé a mi amada montaña. Me regalo agua brisas lumbres y tierra pero me advirtió que su poder era limitado.
Conocí al hombre más bueno y poderoso del mundo y su abrazo se convirtió en un escudo antimisiles. Las cuerdas de su guitarra rompieron las palabras dañinas a ritmo de blues y me regaló ritmos africanos.
Cuando él no está camino tranquila, las plantas de mis pies se apoyan en sonidos de tam tames africanos y la ansiedad que me desea ya no puede alcanzarme
Miré el fuego y me dijo; las estrellas protegen a aquellos que solo sufren por perder el amor verdadero.
Arturo Pérez Jiménez, que el amor siempre te proteja; así es, así fue, así será.